Transporte terrestre. Los archivos más antiguos lo fechan en unos 5.500 años atrás el invento de la rueda, aunque no existe acuerdo exacto sobre el momento de su nacimiento. Su aparición lo convirtió en uno de los inventos fundamentales para la Humanidad.
La necesidad de cargar objetos y distribuirlos entre distintos territorios se sitúa en el origen del transporte terrestre pero también del transporte marítimo y del transporte aéreo. En la actualidad, los servicios feriales y el transporte de stand en ferias son dos ejemplos concretos de la continua necesidad de esta prestación.
La historia del transporte terrestre se puede entender como el reflejo de la evolución social. Inicialmente, las necesidades de traslado de objetos y mercancías de un punto a otro fueron auxiliadas por el empleo de animales como fuerza motor. Los perros y otros animales de mayor tamaño se convirtieron en elementos imprescindibles en el transporte terrestre. Ya fuesen tirados por caballos, carros o diligencias, estos permitieron el intercambio de todo tipo de materias primas y productos manufacturados gracias al establecimiento de las rutas comerciales.
La investigación y actividad inventiva dio lugar, posteriormente, al surgimiento de métodos de transporte más modernos: la bicicleta dio paso a la motocicleta y esta, a su vez, al automóvil. En este último caso, fue clave el descubrimiento, en 1882, del petróleo. Y es con la Primera Guerra Mundial cuando las necesidades de transporte se avivan, dando pie al nacimiento de autobuses y a la gran industria del motor existente a día de hoy. Ferrocarril, transporte urbano, metro o tren de alta velocidad son, actualmente, equipamientos sociales sin los que ningún territorio podría garantizar el suministro de alimentos y todo tipo de bienes y servicios. Su evolución forma parte, en sí misma, de la historia de la propia Humanidad.
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